Madrid, 30 de mayo del 2020.- El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se ha “divorciado” de la red social que le ha servido como altavoz, e instrumento electoral, durante los últimos años. Twitter tenía en Trump su principal promotor publicitario en todo el mundo, ya que ha sido el instrumento para comunicar todas las novedades de La Casa Blanca y todas las opiniones polémicas del "teórico" hombre más poderoso del mundo. Decimos teórico porque quizás China sea ya la primera potencial mundial.
Este matrimonio de conveniencia mutua se acaba de romper con imprevisibles consecuencias para Twitter, y por extensión, para el resto de redes sociales.
Los nuevos límites de la verdad
Donald Trump se ha caracterizado por hacer y decir todas sus libres ocurrencias sobre todos los temas de actualidad. Siempre desde la pasión, la emoción enfervorecida, muy lejos de la razón, la reflexión, el análisis y el pensamiento científico. Sin percatarse de que había sido elegido Presidente de los Estados Unidos, Trump ha seguido siendo Trump, sin ningún miramiento por nadie, ni por nada. Viajando a su particular país de la provocación permanente, traspasando las fronteras de la verdad. Sus ruedas de prensa serán puestas como ejemplo de lo que nunca se debe hacer en un encuentro profesional con periodistas. Sus fallos de protocolo protagonizan los resúmenes cómicos de televisión. Sus enfrentamientos con países aliados, y con nuevos enemigos, dejan temblando a cada unos de los funcionarios de su Administración.
Es recomendable leer el libro “Fear - Trump in the White House” del magnífico periodista Bob WoodWard.
Esta trayectoria dialéctica tensaba, día sí, y día también, las reglas de Twitter. Los propietarios de esta red social evitaban decirla a Trump que sus tweets no se correspondía con la realidad. Hasta que se produjo un lamentable suceso en Minneapolis. El siguiente vídeo es muy duro, pero ya estamos anestesiados, lamentablemente:
Si tu me dices que miento, yo te digo, qué es verdad
La persona que yace debajo del policía, George Floyd, murió tras cinco minutos de agonía y la comunidad negra comenzó una serie de disturbios incontrolados. Al policía sólo se le despidió, en un primer momento, pero en las últimas horas se le ha detenido.
El presidente americano inició entonces una escalada de tweets incrementado su nivel de crítica hacia las manifestaciones violentas de los afroamericanos. Y en lugar de calmar los ánimos los incendió.
Entonces, Twitter dio el paso histórico de enfrentarse a un Presidente de los Estados Unidos y etiquetó sus tweets como “potencialmente engañosos”. Pero no borró sus tweets y a pesar de que incitaban a la violencia, los mantuvo publicados porque eran de “interés general”.
Trump montó en cólera y amenazó a Twitter con una Orden Presidencial a favor de la libertad de expresión en las redes sociales. A las pocas horas, cumplió su amenaza.
Facebook no borra los mensajes de Trump
Facebook se ha mantenido en un estratégico silencio, viendo la caída de un leve competidor. Facebook con sus más de 2.000 millones de fans juega en otra liga, ya que Twitter no llega a los 400 millones de seguidores.
Trump publicó en Facebook el mismo contenido que en Twitter, sin embargo, Facebook ha mirado a otro lado. Quizás en algún muro podamos ver pronto el graffiti: “ F a k e b o o k “.
Mientras tanto, su CEO ha asegurado: “Estoy en total desacuerdo con la forma en que el presidente (Trump) habló sobre esto (de George Floyd), pero creo que las personas deberían poder verlo por sí mismas porque, en última instancia, la responsabilidad (de sus dichos) para aquellos en posiciones de poder solo puede ocurrir cuando su discurso se analiza de manera abierta”. Facebook ni ha borrado, ni borrará los post incendiarios de Trump.
Detrás de cada red social hay una empresa privada con un interés prioritario: ganar dinero. La verdad y la mentira se debaten en el filo de un fino papel:
Se estima que 1 millón de dólares, representados en 10.000 fajos de 100 billetes de US$1, tiene un peso de 1 Tonelada o 1.000 Kg; es decir, cada papel pesa 1 gramo aproximadamente, de acuerdo a información de la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo.