CONVOQUEN UN GRAN DIALOGO NACIONAL
Por : JUAN CARLOS PARRA SANABRIA
El paro nacional ha demostrado que los colombianos somos negligentes en el escenario que administramos, en el rol que desempeñamos todos los días, a cada uno de nosotros, nos acompaña una suma de omisiones con nuestros deberes sociales, en nuestra piel se tatúa el olvido que vamos acumulando a lo largo de toda nuestra vida.
El primer error en el que caemos nosotros, es pensar, que las manifestaciones y el inconformismo, se tomaron las calles y se desvían en actos violentos, porque la reforma tributaria o de la salud saltó a la palestra pública, esa es quizás la gota que derramó el vaso y llenó a la gente de coincidencias: Unos a favor del paro y otros en contra. La fuerza de la movilización social tiene un detonante superior a cualquier organización, es la desigualdad y la injusticia social que se han ido fortaleciendo y transformándose en un abismo que hace ininteligible todos los lenguajes.
Colombia lleva mas de doscientos años repartiéndose el poder entre familias criollas, que se creen europeos y de costumbres reales, se adueñaron del derecho civil y fabricaron tradiciones sobre tierras ancestrales y milenarias, pero están rodeados de familias pobres que se derivan de un mestizaje plural y que han sido destinados a ser la mano de obra barata en cada una de sus iniciativas.
Este paro no será la solución a todos los problemas del país, pero en cambio, si expone en la superficie varias dificultades que tenemos que resolver de manera urgente:
En primer renglón tendremos que convocar a un dialogo nacional, donde se puedan visibilizar otros actores sociales que hemos creído que no existían, que los invisibilizamos por la acelerada rutina del cronograma anual, que tenemos los que nos autodenominamos de “clase media” y que disfrutamos de los placeres de la libertad económica que nos ofrece el capitalismo salvaje, en este escenario, tenemos que comprometernos a reconocer al otro y asumir compromisos para cerrar la brecha social, si continuamos con problemas estructurales y muchas familias subsistiendo en la pobreza y la miseria, seremos una colectividad caótica y llena de frustraciones.
El segundo renglón en este gran dialogo nacional, debe ser reconocer que somos excluyentes, a veces caemos en el racismo, no queremos aceptar el abandono de regiones como la guajira , la zona del pacifico, la Amazonía y la Orinoquía, lo negamos todos los días, pero lo cierto,es que las personas que se creen blanquitos, odian a los indígenas y a las negritudes, se creen con el derecho de humillarlos , herirlos o asesinarlos, porque en su pensamiento artificial, tienen un chip que les dice que son de una raza superior. Esta semana en Cali, vimos cómo se convocaban por las redes sociales a “cazar indios”, refiriéndose a la Minga indígena, que llegaba a brindar apoyo al paro Nacional, algo que debe dejar muchas dudas sobre nuestro sistema de educación y lo mal dirigidos políticamente que hemos estado por más de doscientos años.
Una tercera línea de fuego es aceptar nuestras propias responsabilidades en el incendio y renunciar de una vez por todas a la xenofobia que nos carcome como un cáncer, ahora en varios sectores del país, se promueve que los venezolanos son los responsables de todos los desmanes y la organización sistemática de actos vandálicos a puntos estratégicos de la infraestructura y la economía del país, este es una grave error y una marejada peligrosa de la ignorancia que nos podría sumir en una violencia generalizada sin limites y que no conocemos sus consecuencias.
Debemos convocar urgentemente a un dialogo nacional, que recoja el sentir de toda la sociedad, donde se reconstruya con la palabra los escenarios de la confianza y el reencuentro, donde se siembren las semillas de un nuevo país, más tolerante, más incluyente y que logremos ver en el otro, el rostro de la patria.