Desvaríos varios, de hace años. Explorando, fluyendo, probando. Jugando a encontrarme a mí mismo en mis propios escritos.
Un crepúsculo textil colorea minúsculos montículos, pavimentos de músculo trenzando el trayecto de obstáculos que transitarán los ósculos afilados del incauto que pretenda coronar sin mácula la lujosa cúpula del planeta hembra. Esdrújula reconquista galáctica, cópula interestelar.
Tapices de desnudez táctil abrigan la esencia, revistiendo las entrañas con retales de flácida amalgama porosa, impenetrable confín que extermina ejércitos de candor tras las verjas electrificadas del pánico a inhalar nuestra dosis de libertad.
Orgasmo orgánico de organismos organizados en cuerpos sin órganos. Panículo adiposo. Recipientes de amor colman las cloacas, derramando residuos de egos mirando su ombligo, con olor a poder. Se ruega no interrumpir el descanso de los excrementos.
Pasé a buscarte entre los pliegues de la carne. Mientras las bacterias zurcían el presente con filamentos del pasado, el sudor enraizaba en mis ojos el vello mustio de ilusiones perpetuas. Al traspasar la frontera del espejo, te encontré: afeitabas con navaja mis pupilas, para poder verte con más claridad todavía.