En sus películas, Haneke es crítico con el desenlace que ha tenido la sociedad occidental posmoderna, en concreto la burguesía. Son muchos los problemas que Haneke encuentra en nuestra sociedad, y podemos ver que muchos de los problemas que él plantea ya los han planteado algunos críticos.
Cultura del simulacro (Baudrillard)
Hoy en día todo lo que nos rodea consiste en copias, copias de CDs, copias de películas… El hecho de tener un objeto original ha perdido su valor, y esto hace que la frontera entre lo que es original y lo que es una copia se haya disuelto. Es lo que da lugar al hiperrealismo, donde se pierde la distinción entre lo que se ve en la pantalla y lo que es real. Los medios ya no producen representaciones de la realidad, sino que ellos mismos producen la realidad que median.
Industria cultural (Adorno)
Haneke hace también una crítica a la industria cultural, siguiendo los pasos de Adorno. Las industrias hacen que el espectador pierda la noción de lo que es real y lo que es ficción. Haneke, en contra de esto, busca promover la libertad y la facultad de réplica del espectador. Advierte que los contenidos de los medios manipulan a través de su estética, e impone su hegemonía sobre los espectadores.
Lo que hace Haneke en sus películas es obligar al espectador a encontrarse con los peligros de la manipulación mediática. En sus películas siempre aparece alguna pantalla como reflejo de los medios que alienan a sus películas. Por ejemplo en Funny Games, cuando el más pequeño de la familia acaba de morir, lo que más molesta a su madre es el televisor encendido, y se levanta para apagarlo. Vivimos el día a día por medio de pantallas que no hacen más que vaciarnos por dentro y atrofiar nuestros sentidos. Nos da igual ya el dolor y la miseria del otro, vivimos en un continuo proceso de congelación. Esta crítica la hace Haneke asesinando a un animal en la pantalla. Durante toda la película hemos visto violencia hacia seres humanos, y sin embargo nos indigna y nos incomoda ver la muerte de un animal.
Caché (2005)
Podemos observar la crítica implícita que se hace en Caché al conflicto que tuvo lugar con los argelinos en 1961. Una manifestación pacífica de inmigrantes argelinos en París fue disuelta violentamente. Se habló entonces de unos 200 muertos, todos ellos ahogados en el Sena. Caché nos acerca a ese acontecimiento a través del hermano adoptivo del protagonista. Este es un hecho que seguramente ninguno de nosotros conociera, y mucho parisinos no lo conocen tampoco. A esto nos referíamos antes con la tradición selectiva o la desmemoria generalizada y con la manipulación de los medios de comunicación. Como el propio protagonista de Caché, la sociedad occidental es aparentemente madura y tolerante, pero esconde un turbio pasado del que no es posible escapar. Haneke intenta despertar nuestras conciencias sobre la manipulación que sufrimos por parte de los medios, y busca desesperadamente una sociedad consciente, que deje de darle tanta credibilidad e importancia a los medios, para así ser capaz de encontrar la realidad. Ya no percibimos la realidad, sino la representación televisiva de la realidad. Nuestro horizonte experimental es muy limitado. Haneke intenta por tanto combatir la sociedad del espectáculo de la que ya habló Guy Debord en 1967.