Definitivamente, incluso si al final no sale en su momento al mercado, Libra con su sola propuesta, sacudió los cimientos de las finanzas. Con innumerables confusiones, desconocimientos y profundos intereses, varios congresistas norteamericanos descubrieron a las criptomonedas y de que estas, a despecho aun de algunos, tienen el potencial real de romper esquemas tradicionales de la economía global. Las alarmas de los lobby se han disparado y ahora estamos entrando de manera acelerada hacia tiempos de regulación.
Fue hace poco que vimos cómo se daban los primeros escarceos en nuestra regulación en tres tiempos, ahora cada quien prepara sus argumentos para actuar o de repente, mutar.
Lo fundamental del proyecto de Facebook, es que logro, sin ni siquiera aun sacar su moneda, potabilizar como una empresa, totalmente fuera de regulaciones financieras establecidas, puede literalmente producir un tipo de dinero nuevo, desregularizado, sin controles gubernamentales, a nivel global y para unas potenciales 3 mil millones de personas. Visibilizo, lo que hasta hoy para muchos continúan siendo un grupo de ‘tecnólogos’ intentando emitir dinero desde sus ordenadores.
Ese es el quid de toda la polvareda que se ha levantado, por eso es primario para el orden establecido, implantar pautas antes de que esto avance mucho más.
Ahora, y a pesar de las públicas, y otras no tan publicas diferencias de ópticas, intereses y matices de las potencias del mundo, la regulación de las criptomonedas acaba de montarse en el camino de la aceleración, ninguno va a esperar a ser sorprendido en la base medular del poder real. La economía mueve al mundo y el imaginar que sectores privados o comunidades fuera de controles oficialmente establecidos, tengan la capacidad de emitir, distribuir y generar valor monetario a nivel global, sin más restricciones que el número de personas a quien llegue, produce una urticaria demasiado intensa como para obviarla.
Un especialista en derecho bancario en la Universidad de California, compareció ante el Comité Bancario del Senado de los Estado Unidos de Norteamérica y digo entre otras cosas: “que Bitcoin se desarrolló por frustración con un sector bancario que perpetuaba el fraude y perjudicaba a las personas por la toma de riesgos imprudentes”, ah caramba ¿qué cosas, no?, adelantando que para él “los problemas de desigualdad e ineficiencia que Bitcoin y la industria de las criptomonedas se han propuesto resolver, no son problemas de tecnología, son problemas de política”, en esto ciertamente estamos de acuerdo. Desde su óptica considera que hay que resolver las dificultades desde adentro, con reformas internas y volviendo al objetivo original de la Reserva Federal, algo improbable y difícil, al final concluye que “es en esta cámara, y no en una oficina de startups tecnológicas o en un libro blanco anónimo, que estos problemas deben abordarse”. Bárbaro el hombre, pero no lo despachen y ya.
Indudablemente las puertas están abiertas, las discusiones sobre la regulación de las criptomonedas están ocurriendo al más alto perfil en estos últimos tiempos dentro del país norteamericano, no sé si la cercanía de las elecciones aceleren o congelen el tema, pero seguro que ya tomo otro nivel de ocupación.
Si bien es cierta la diversidad de intereses económicos globales en juego, hasta el nacimiento del bitcoin, la exclusividad de esta era del dinero estaba en manos de los gobiernos, ahora, los planteamientos salen en varias direcciones, pero tengan la seguridad que si proviene de las formas tradicionales, estas serán en defensa de sus propios beneficios, ni más ni menos. De la China o de la India es imposible pensar que pueda surgir un regulación abierta, pro activa y libre, eso sinceramente es muy difícil que ocurra, la propia naturaleza política que sustentan estas estructuras de poder, chocan irreversiblemente con el ideal libertario del Bitcoin, por más que quiera adornarlo, no hay manera de que sea diferente.
Reino Unido por otra parte acaba de publicar su guía final sobre criptos, en la que no se produce cambios sustanciales de la esencia de sus normas. Ahora se especifica con mayor claridad, los tipos de activos digitales ubicados dentro de su listado de tokens, sin embargo, hasta ellos mismos reconocen lo novedoso del ecosistema y las dificultades que se originan para clasificar los cambios y modificaciones que puedan producirse entre tokens de inversión especifica o ‘security tokens’ y los ‘utility tokens’. Lo que sí han dejado claro de todo esto, es que criptomonedas como bitcoin y ether están fuera de sus parámetros de regulación, así como la determinación de prohibir los derivados criptos para inversionistas menores, incluidas las opciones, futuros, contratos por diferencias y notas negociadas en la bolsa, con criptomonedas no reguladas como bitcoin.
Ese precisamente es parte del panorama que organismos como el FMI y el Banco Mundial, no les gusta, que tengamos casi tantas regulaciones como países.
Australia por otra parte, confirma las contradicciones de los reguladores. Las autoridades de este país, apuntan más bien a generar un modelo amigable y que contribuya a incentivar la tecnología de las criptomonedas, consideran incluso, que estas están ayudando de manera efectiva con la economía local, un reciente proyecto de ley para limitar las transacciones en efectivo excluye a las criptos, la confianza ganada por los participantes dentro del sistema en el cumplimiento de los marcos legales, sirven como base para tales medidas. Apuestan claramente por el desarrollo de esta nueva economía digital y reconocen los retos, oportunidades y riesgos que conlleva.
Entendamos que no hay nada totalmente negro ni completamente blanco, la propia naturaleza de las criptos influye determinantemente. Desde aquellos países donde aparentemente se lavan las manos, pasando por los conservadores, los contradictorios, hasta los impulsadores, en cada uno de esos casos no se da un 100% total. Por eso y muy a pesar de la insistencia de los organismos de regulación mundial, esta no será ni expedita ni rápida ni mucho menos homogénea, agregando un potencial ingrediente de caos a una industria en extremo novel y de alcances apenas visibles hoy.
Un grupo de pequeños países parece estar apuntando, precisamente a consolidar propuestas regulatorias que abarquen lo mejor posible el espíritu innovador cripto, con normas, leyes y garantías reciprocas de estándares globales. Barein, Malta, Gibraltar y hasta una impensada Bielorrusia apuestan en esa vía. Son movimientos que vemos en economías como Estonia, que intentan apuntarse un lugar importante en esta 4ta revolución industrial en ciernes.
Por otra parte Latinoamérica no escapa de estas señales en distintas y contradictorias vías, nuestra endémica y generalizada fragilidad institucional juega un papel determinante en la especie de no acción frente a las criptomonedas. Bolivia y Ecuador mantienen las únicas prohibiciones oficiales, las iniciativas para regular las fintech de México y ahora del Perú, no tocan realmente la industria cripto y a pesar de tener importantes movimientos empresariales del ecosistema en Colombia, hace poco el presidente de la Asociación Bancaria de dicho país, declaro que es poco conveniente regular este tipo de activos porque “facilitan las acciones delictivas que se realizan con narcotráfico, lavado de dinero y terrorismo”, todo un ejemplo este señor de ignorancia y manipulación.
El caso de Venezuela es emblemático, signado por un gran desconocimiento o medias verdades difundidas por distintos medios, la realidad venezolana se descubre constatando en el sitio lo que ciertamente sucede. El supuesto ambiente amigable con las criptos, no es más que una pantalla para poder seguir alimentando a un régimen ilegal y corrupto en el poder, para nada existe intención de impulsar un ecosistema abierto, público y transparente, el gobierno se ha convertido en el principal minero de bitcoin en todo el país, inyectando una parte importante de estos recursos a la economía doméstica. La ley, los decretos y providencias aprobados recientemente, son prueba clara y fehaciente de lo que aquí decimos, con un origen inconstitucional en nada contribuyen a desarrollar una industria cripto, son la propia trampa caza bobos.
Así al final observamos como Latinoamérica en líneas generales no tiene marcos legales que sustenten las criptos, nos movemos a capricho de los gobernantes de turno, algo por lo demás bastante ambiguo y riesgoso.
En definitiva vemos como a nivel mundial aumenta la percepción y el convencimiento, por parte de importantes sectores gubernamentales, económicos y financieros que definitivamente las criptomonedas no van a desaparecer. El proyecto Libra sentó a muchos frente a una realidad que intentaban obviar y ahora los alcanzo, por eso vamos a ver a partir de este momento como se van a acelerar las decisiones regulatorias del sistema y a pesar de representar hoy un minoritario sistema de pagos a nivel global, comprendieron estos sectores que esto puede cambiar en cuestión de meses y sin que medie algún tipo de norma al respecto.
Los espacios y movimientos que vamos a ver globalmente abren una gigantesca oportunidad para influir positivamente en regulaciones impulsadoras y que realmente se adapten a los nuevos tiempos. Van a ser caminos rudos, difíciles y para nada homogéneos, todos los actores están entendiendo la necesidad de poner orden al desarrollo de las criptomonedas, eso es definitivo.
Los tiempos de regulación van a ser un poderoso reto, donde se van a ir decantando los poderes en juego, el sistema financiero tradicional, los gobiernos y los nuevos actores tienen en frente un largo camino por recorrer. Los que quieran formar parte de este futuro ahora tienen muchísimas tareas pendientes, estoy convencido de que no será para nada igual a lo que conocemos, pero tampoco será como muchos en la comunidad criptográfica espera. Se abre una gigantesca oportunidad para consolidar alternativas que logren equilibrar y permear opciones para las grandes mayorías, estamos en plena construcción.
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