Hace algunos años se puso de moda entre la gente tatuarse en alguna parte del cuerpo la expresión latina «Carpe Diem». Que significa «aprovecha el día» o «aprovecha el momento», concebida por el poeta romano Horacio.
Como ocurre con todo lo que se pone de moda, mucha gente no sabía el significado ni el porqué había que tatuárselo, pero igualmente era necesario hacerlo, porque ya se sabe que si no haces lo mismo que hace la mayoría de gente el problema lo tienes tú.
Más allá de lo influenciable que sea la gente cuando algo se pone de moda, además de lo inútil que me parece marcarse el cuerpo con una locución latina en vez de interiorizarla en la vida de cada uno, lo que de verdad me interesa es ver que el «Carpe Diem» es poco más que un tópico de motivación para un par de días y que enseguida aflora en el individuo los pensamientos del pasado y su perspectiva del futuro, sin contar con el posible estrés del presente.
Tal vez por esas mismas limitaciones hoy en día la famosa locución latina haya derivado en lo que se conoce como «Mindfulness», que es la toma de conciencia plena de nuestras emociones con el fin de eliminar la frustración o ansiedad que produce el no poder cambiar ciertas situaciones.
Aquí ya estamos hablando de «algo» más que «vivir el presente» y es que el «Mindfulness» recoge pequeñas técnicas de distintas filosofías como el estoicismo o el zen. Pero de nuevo termina girando en una obsesión por estar presente plenamente, entiendo que el pasado de poco sirve ya recordarlo salvo para los buenos momentos y aprender de alguna experiencia vivida, ¿pero que ocurre con el futuro?, ¿Por qué se intenta mirar a otro lado?. Pues creo que la respuesta ya la sabemos todos, el tiempo pasa y el punto final de nuestras vidas ya lo conocemos: vamos a morir.
A pesar de vivir en una sociedad que se enorgullece de hablar abiertamente de todo parece ser que la muerte sigue siendo un tema tabú, cuando es algo tan natural como la propia vida y además cuando es una cualidad que solo tenemos los seres humanos el de saber con certeza que va a llegar un punto en que ya no estaremos.
Frente al «Carpe Diem» y demás ideas de vivir plenamente el presente, se antepone un núcleo común que muchas filosofías han debatido; la muerte, el «Memento Mori» (recuerda que morirás). Pues pocas cosas hay más motivadoras o desoladoras que conocer tu más que asegurada muerte en el futuro para empezar a actuar en el ahora en aquello que debas, y es más, es que llegará un punto en que nadie se acordará de ti por mucho que te empeñes, y esto no es ni bueno ni malo, simplemente es lo que tiene que ser.
Una duda muy común de la gente que le han enseñado y que se empeña en vivir el presente absoluto (cosa imposible) es que parece ser que no les esta «permitido» pensar en el pasado o tener objetivos de futuro, nada más lejos de la realidad, sabiendo que te vas a morir en el futuro y que el pasado ya ha pasado solo te queda el propio presente, pero has de saber que puedes ir al pasado cuando lo creas conveniente para pertrecharte de ese conocimiento que ya sabes y a su vez poder hacer planes y objetivos de futuro, eso si, durante un corto tiempo y sin olvidar volver a tu presente, que es el único sitio donde se te proporciona el margen de actuación para hacer las cosas.
Hay un proverbio chino que refuerza el «Memento Mori» y dice:
Si tienes un problema que no tiene solución, ¿para qué te preocupas?. Y si tiene solución, ¿para qué te preocupas?.
Vivir el presente no está exento de preocupaciones y es algo que los seguidores del «Carpe Diem» no tienen en cuenta, y es precisamente el factor tranquilizador del punto final de la vida del individuo lo que de verdad debería de estar presente en el ahora, haz lo que tengas que hacer, que ya sea porque te han matado antes de tiempo o que ya te has pasado el juego, el «Game Over» lo tienes asegurado.
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