Para los que no se han dado cuenta estamos en el año 2019, es decir arrancamos hace unos añitos el siglo XXI. Este nuevo escalón en nuestro tiempo lineal no ha venido cargado solo de horas y minutos, también ha traído consigo poderosas olas de cambios que avanzan a un vertiginoso ritmo que muchos todavía no han logrado adaptarse. La evolución tecnológica particularmente es formidable, estamos viendo cómo podemos estar en presencia de un disruptivo conjunto de avances de profundas consecuencias para todas nuestras diferentes sociedades. Blockchain y América Latina, el reto de institucionalizar es una aproximación de las vías que tenemos al frente para desarrollar de una vez por todas a nuestro continente.
Recordemos que la Blockchain resuelve un problema que es muy anterior a su creación: cómo lograr que un grupo de actores llegue a un consenso a pesar de no poder confiar el uno en el otro.
Como siempre, existen despistados o quienes se pierden dentro de su falta de contexto, por eso es importante que aclaremos de entrada que cuando hablamos de evolución tecnológica para nada estamos asomando la idea de que la Blockchain junto a la inteligencia artificial y el internet de las cosas son una especie de panacea para todo o unos renovados mesías salvadores. Aquí lo hemos dicho innumerables veces, estamos clarísimo y muy bien ubicados de su real papel dentro del conjunto en general, son herramientas que dándole un adecuado uso pueden consolidar el poder de mejorar ostensiblemente nuestros entornos, inyectando transparencia, confianza entre terceros, inmutabilidad y capacidad de auditoria publica, segura y directa. El reto precisamente para América Latina es aprovechar al máximo todas estas posibilidades que nos brindan estas tecnologías, aun dentro de nuestras obvias limitaciones y de la presencia de vicios populistas, extendida corrupción y marcado interés de sectores políticos de desinstitucionalizar a la región.
Ahora, lo que sí es completamente cierto y creo que todos estarán de acuerdo conmigo, es que nuevamente tenemos una alternativa de corregir nuestra ruta. Que nuestras propias condiciones lo hagan más difícil y complicado, por los diferentes niveles de atrasos, desajustes y desigualdades de nuestras sociedades, para nada hará que el resto del mundo se detenga. Los que pueden aprovechar al máximo esta disrupción ya están manos a la obra e intentan participar activamente en el nuevo mundo que está en plena construcción.
Nos toca a los latinoamericanos asimilar nuestra propia realidad y asumir los retos que tenemos por delante si queremos romper los obstáculos actuales. Debemos ir en paralelo si pretendemos embarcarnos en la ruta del desarrollo de este nuevo siglo, la cadena de bloques, sin lugar a dudas, puede ayudarnos no solo a hacer mucho más transparente y limpia nuestra gestión pública, sino coadyuvar decididamente a robustecer a diferentes sectores productivos para que estén a tono con estos tiempos digitales.
El fortalecimiento del entramado institucional de nuestros países es piedra angular para poder avanzar. Gran parte de los vicios y taras que presentan nuestra gestión pública como la corrupción, el nepotismo, la ineficiencia, la profunda discrecionalidad, la extrema falta de claridad y la imposibilidad de realizar auditorias confiables, transparentes y de dominio abierto, son consecuencias de instituciones sin independencia real para realizar sus actividades, sometidas a poderes centrales de gobiernos que anteponen sus propios intereses a los del Estado y que en definitiva marcan sus decisiones, incluso saltándose en más de una oportunidad el marco legal vigente del país.
Es claro que no podemos ocultar realidades tan contundentes en la región, sin embargo debemos buscar realizar la reinstitucionalización de nuestras sociedades al mismo tiempo que avanzamos en la evolución tecnológica, no hay de otra. Los tiempos no esperaran por nosotros.
Es imperioso que los ciudadanos ejerzan tal denominación en la práctica, bien sea de manera individual o con la fuerza de la sociedad organizada en sus diferentes formas, para obligar a los actores políticos a tomar acciones contundentes y de beneficio real para el conjunto nacional. Si queremos por ejemplo, contar con registros públicos transparentes, incluidos registros de tierras y escrituras, certificados de nacimientos, registros de defunción, de vehículos o licencias de matrimonio y certificados de divorcios auditables, seguros, inmodificables, de acceso general y que eliminen de una vez por todas la corrupción, el soborno, la manipulación y la falsificación de documentos, debemos impulsarlo y no esperar que tal o cual gobierno lo realice.
Estonia sin lugar a dudas encabeza esta evolución digital a nivel de los Estados en el mundo. Con más del 99% de sus servicios públicos disponibles en línea, Andrus Kaarelson, el director de sistemas de información estatal del gobierno nos remarca que "La tecnología es solo un facilitador" y refuerza lo que hemos dicho cuando asegura que "Tiene que haber voluntad política para hacer que el cambio suceda". El X-Road, un intercambio de datos seguro, que no tiene un órgano ni propietario de control, que firma y cifra digitalmente todos los datos salientes y autentica y registra todos los datos entrantes, permite el empadronamiento electrónico, que cualquier ciudadano pueda acceder a todas las bases de datos para comprobar sus datos personales o dar cobertura médica automática a los recién nacidos, es un muestra de las enormes aplicaciones que podemos poner en práctica hoy y que generan quizás la parte más importante de todo este proceso: las consecuencias en cascada de utilizar de manera sistémica y amplia esta evolución tecnológica en nuestras naciones.
EAE Business School ha publicado un estudio sobre la ‘Adopción de la Blockchain en el sector público’ dejando claro que la utilización de la cadenas de bloques en el ámbito público “Haría los procesos más transparentes al democratizar el acceso a los datos de la red; aumentaría la confianza gracias a la seguridad del sistema, sería capaz de prevenir el fraude y la corrupción, habría mayor capacidad predictiva y de investigación, reduciría costos al eliminar intermediarios y el sistema estaría menos expuesto al error humano puesto que todo estaría automatizado”. Para mí lo más importante del informe es la consideración de que la adopción de la Blockchain en la administración pública, implicaría la transformación radical de los procesos de gestión pública y reformularía profundamente el conjunto de actores que hasta hoy intervienen en dichos procesos y sus funciones, por eso insisto en la necesidad del ejercicio pleno de la ciudadanía para poder presionar definitivamente hacia esa meta.
Son pocos los gobiernos de la región que se han manifestado oficialmente sobre la Blockchain y sus posibilidades más allá del tema de las criptomonedas, la sensibilidad hacia el tema está en nuestras manos, sin olvidar las implicaciones de la parte financiera en toda nuestra ecuación, es fundamental poner en el tapete la posibilidades que tenemos con la evolución tecnológica en ciernes.
Es el momento de darle fuerza al e-Government para la región, debemos aupar el objetivo de la institucionalización de todos nuestros órganos con independencia política y financiera. Tenemos en nuestras manos poderosas herramientas tecnológicas que pueden en conjunto, ayudarnos a dar los pasos necesarios para lograr salir de nuestra eterna promesa de esperanza, por algo real, tangible y potable. Salir del letargo pasa por gobiernos transparentes, digitales, abiertos y que respondan 24x7x12 a sus respectivas comunidades sin excusas ni retrasos. Las vías para lograr el reto de institucionalizar a América Latina y superar las desigualdades de nuestras sociedades están abiertas, ninguna por sí sola, ni las disruptivas tecnologías ni las acciones ciudadanas, podrán llevarnos a un era de equilibrio y de un bienestar colectivo e individual idóneo, es en conjunto y en conjunción que se logrará.
Imagen de Pete Linforth en Pixabay