Se suele decir que la naturaleza es sabia, algo que verdaderamente es así, ya que nos provee de todo lo necesario para poder vivir de manera natural y de forma suficiente, pese a la negativa de muchos por no reconocerlo. Y es que esta gente en su ímpetu de tenerlo todo al momento no ven otra forma de adelantarse a la naturaleza que consumiendo productos artificiales para apaciguar sus dolencias.
Es preocupante el llegar a saber que hay gente en este mundo que se toma, por ejemplo, una pastilla de paracetamol al día, porque creen que es lo normal para que el cuerpo funcione bien. O también aquellos que abusan de los suplementos alimenticios en vez de encontrar esas mismas vitaminas en los alimentos que consumen a diario. Desde luego en estos nuevos tiempos hay una adoración y dependencia constante a los medicamentos, algo que se ha agravado con la pandemia del Covid-19 (o para los testigos del lenguaje incluso «LA Covid-19»), así que ya sabes, ¿tienes un problema?, busca alguna pastilla que seguro que hay alguna para ti.
La alternativa a ese consumo artificial es sin duda el cliché de que hay que comer frutas y verduras de manera regular, dado que son unos tipos de alimentos que concentran gran parte del combustible que necesitamos para funcionar correctamente. Pese a que la naturaleza de temporadas de productividad de unos productos a otros, hoy en día podemos encontrar cualquier tipo de fruta o verdura fuera de su temporada durante todo el año.
Pero de todas formas me quiero ceñir al carácter productivo de la naturaleza, que como bien he dicho al principio esta es sabia, ¿o acaso es una coincidencia que en invierno empiece la productividad de las naranjas y mandarinas?, cuando estas poseen unas características más que demostradas para prevenir el resfriado y la fiebre en unos meses de frío y contagios.
Aunque ahora mismo estamos en el polo opuesto, en verano, donde el sol y su calor son los protagonistas de nuestro día a día. Y ante esto, como no podría ser de otra forma, la naturaleza actúa, y nos presenta dos frutas muy interesantes: el melón y la sandía.
El melón tiene fama de ser una fruta melosa, además de ser acompañado muchas veces de jamón serrano, lo que le convierte en protagonista de innumerables postres en celebraciones y restaurantes. Pero, ¿y la sandía?.
Esta posee muchos nombres en español: acendría, síndria, patilla...etc. Pero cuando vamos a otras denominaciones u otros idiomas vemos lo maltratada que esta: aguamelón o melón de agua. A esto ha quedado relegada la sandía, simplemente agua, o un melón para refrescarse.
A no ser que alguien quiera refrescarse o le guste de verdad, la mayoría elegiría comer melón, es más fino y más elegante y como «cuesta» más de comer seguro que tiene mayores beneficios que la sandía, aunque también puede parecer que engorda más.
Esto no va de cual es la mejor de las dos frutas, esto va de ver que más allá de ese 93% de agua la sandía esconde algo más que un simple refrescante natural.
Parece ser que más allá del agua y las vitaminas que presenta la sandía esta tiene unos componentes muy interesantes que la diferencian del melón en según que circunstancias.
✔ - Tiene un alto contenido en L-citrulina, un aminoácido que produce arginina que da lugar al óxido nítrico, una sustancia que favorece la dilatación de los vasos sanguíneos y favorece el flujo sanguíneo del pene, que convierte a la sandía en una «viagra» natural y puede mejorar la disfunción eréctil.
✔ - Por un mecanismo similar –y por el efecto de la citrulina-, la sandía es un alimento beneficioso para mujeres posmenopáusicas con obesidad e hipertensión, en las que ayuda a rebajar las cifras de presión sistólica (alta).
Por último, y como experiencia personal, he podido fijarme que en los entrenamientos de cardio y de fuerza la sandía tiene una característica de recuperación intramuscular muy curiosa, como si se tratara de un batido de creatina, esta ayuda a la pronta recuperación del cuerpo. No me sorprende que así sea, ya que en verano la gente sale más a hacer deporte por el buen tiempo, pasa a su vez más momentos fuera de casa y en movimiento, es pues comprensible que la propia naturaleza nos haya dado un fruto pensando en esa actividad diaria del ser humano, esa es la verdad de la sandía, agua si, pero FUERZA mucho más.
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