Bien entrados en el Antropoceno, la era en la que el Hombre tiene el poder de modificar los ecosistemas terrestres, de los absurdos que se han generado por el pánico al coronavirus, el más lesivo para el conjunto de habitantes de la Tierra es el concepto que se ha propagado de la amenaza invisible omnipresente, que ha dado lugar a reacciones tan alarmantes como desinfectar con lejía todas las superficies con la esperanza de eliminar un microbio sin considerar el derecho a la vida de los demás de seres vivos, incluidos los homínidos domésticos, que también nos intoxicamos.
Durante la cuarentena en Madrid, las zonas verdes públicas y los parques infantiles fueron precintados por razones poco científicas, si el objetivo era proteger a la población, pero quizás fue por contribuir a ambientar con más de atrezzo el escenario del terror al coronavirus, y que parezca aun más peligroso.
Muchos vecinos ya están convencidos de que cualquier elemento expuesto a la atmósfera puede ser un foco de infecciones. Bien aterrorizados, los humanos demandamos medidas en consecuencia, como empapar las calles en lejía, que nos alivie el miedo y ayuden a sentirnos más seguros, sin importar demasiado lo que haya que sacrificar.
Yo mismo conozco casos severos de personas que rocían las suelas de sus zapatos y pulverizan la ropa con soluciones de lejía al volver de la calle, pensando que así pueden evitar alguna amenaza microbiana, sin considerar la intoxicación que se están provocando a sí mismos por respirar agentes tóxicos de manera continuada. Tampoco son conscientes del riesgo que corren de que, cuando acudan al médico por problemas en los pulmones e irritaciones en la piel, les diagnostiquen CoViD 19 o lo que impongan los protocolos aprobados por el Ministerio de Sanidad.
Los ayuntamientos, por tener contentos a los televidentes y que luego no voten en su contra, atienden las demandas de sus ciudadanos hasta provocar desastres como el de Zahara de los Atunes, donde la Junta Vecinal tomó la iniciativa de desinfectar la playa con lejía, por primitivo que pueda sonar. Lo hacían con buena intención, para que los niños estuvieran seguros...
En este momento, estamos en fase de desconfinamiento en Madrid. Las autoridades, que en nombre de la salud general decidieron prohibir el acceso a las zonas verdes durante la cuarentena (lo de que se consideren "zonas verdes" por favorecer la salud de los ciudadanos no se tuvo en cuenta), han decido ir desprecintando poco a poco los parques públicos, empezando por los pequeños. Los parques grandes los desprecintarán más tarde, si los votantes se portan bien, se mantienen confinados en sus jaulas respetando el horario generacional establecido, y no se retiran los bozales al desplazarse por los espacios públicos.
Fotos y texto: Ibán P. Sánchez
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https://www.rtvcyl.es/Valladolid/634271b5c68028d955dc
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https://www.boe.es/boe/dias/2020/05/01/pdfs/BOE-A-2020-4767.pdf
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