El asesinato de Soleimaní, ordenado por Trump y perpetrado por soldados estadounidenses en Iraq, casi despierta un conflicto bélico internacional a principios de este 2020.
Tras casi seis meses desde que Estados Unidos asesinó a Qasem Soleimaní, el general más importante de las Fuerzas Militares iraníes, en territorio iraquí, Irán anunció que desde las autoridades judiciales de ese país han emitido una orden de captura contra 36 personajes que habrían participado en el asesinato de Soleimaní, entre los que se encuentra el presidente norteamericano, Donald Trump.
Alí Alqasimhr, fiscal de Teherán (capital de Irán), señaló que las 36 personas que entran en dicha orden de captura son “responsables político-militares de Estados Unidos y también de otros países estuvieron involucrados en el asesinato del general Soleimaní".
Sin embargo, para intentar que su estrategia político-judicial cause un efecto global, Irán solicitó a la Interpol que se ponga una alerta roja en contra de Trump y los otros 35 individuos por los delitos de “asesinato y acto terrorista”, perpetrados en una zona de constante conflicto como lo es Bagdad, capital iraquí.
“Se ha emitido una orden de arresto y se ha requerido a la policía internacional que ponga una alerta roja”, indicó Alqasimhr, sin revelar la identidad de los 35 hombres o mujeres que acompañan al presidente Trump en esta “lista negra”.
Ahora bien, según expertos, la decisión de la Interpol frente a la solicitud del Gobierno iraní se alejaría de un “sí, ayudaremos”, debido a una norma interna de esta organización internacional que prohíbe “emprender cualquier intervención o actividad de naturaleza política”; principal diferencia que atañe la relación negativa entre ambos países desde finales del siglo XX.
Cabe recordar que Soleimaní fue dado de baja por el Ejército estadounidense el pasado 3 de enero, junto con Mahdi al Mohandes cuando se transportaban por una vía de Bagdad.
Al Mohandes era el máximo líder del Kata'ib Hizballah, grupo paramilitar chiita iraquí considerado como terrorista por Estados Unidos.
En respuesta, el Ejército iraní atacó una semana después una base militar estadounidense, lo que confirmó las palabras dichas por el ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de Irán, tras la muerte de su mejor general:
“Los criminales que han manchado sus manos con la sangre del general Soleimani y de otros mártires en el ataque deben esperar una dura venganza”.