Por Catalina Neumann
Algunos de los panoramas infaltables para esta cuarentena, es devorarse el contenido que nos otorga la plataforma Netflix con sus series, películas y documentales. Pero esto se puede complementar con algo que no hacemos cotidianamente, que es aprender y enriquecernos sobre una cultura que no nos pertenece, pero es interesante conocer. Es por lo que “Poco ortodoxa”, la adaptación libre de una autobiografía escrita por Deborah Feldman el año 2012, es la mejor opción para este aislamiento social.
Tratando de generar un impacto cultural positivo y siendo perspicaces al más mínimo detalle, esta miniserie cuenta la historia de Esty, una joven que intenta buscarse a sí misma y encontrar otro tipo de comunidad a la cual estaba acostumbrada a vivir. Teniendo tan solo 19 años, decide viajar a Berlín, escapando de un matrimonio arreglado e infeliz para encontrarse un mundo de música y nuevas amistades que le van a mostrar la vida de una manera distinta a la que solía vivir, pero sin olvidar y librarse de su pasado y sus raíces.
La cultura de la protagonista es la de los descendientes a los sobrevivientes al holocausto después de la Segunda Guerra Mundial, llamada comunidad Satmar y es originaria de la ciudad de Satmar en Hungría. De ellos nace Williamsburg, el barrio neoyorquino donde habita la mayor comunidad de judíos jasídicos.
Mezclándose los intereses de la novelista Deborah y los de los guionistas Anna Winger, Alexa Karolinski y Daniel Hendler, surge el reto de crear esta producción de cuatro capítulos con el fin de mostrar los desafíos de ser judío en Alemania. Basado en que Feldman fue anteriormente de la comunidad jasídica y es una figura pública, se decidió desviar la historia de su vida con secuencias ficticias de lo que fue su vida en Berlín, pero manteniendo los flashbacks del libro original.
Como es televisión, no solo la idea era transmitir correctamente las tradiciones de esta religión, sino también, resaltar las ideas de los personajes y así transmitir autenticidad al público, apreciando así la inocencia y la debilidad de los protagonistas al conocer otro mundo muy diferente a su propia realidad, con diferentes reglas y normas de su sociedad. Así como los que pertenecen a la comunidad judía en la serie como los del “mundo occidental” se impresionan y ellos mismos se culturizan sobre la diferencia de religión.
Una de las cosas que más llama la atención para nuestra cultura es el uso de pañoletas o pelucas, llamadas sheitel, es una tradición la cual, tras la boda, la mujer debe cortarse el cabello al ras y jamás mostrarlo a nadie, sino solo a su esposo, en la intimidad, encauzando su belleza y atractivo reservándola a dónde pertenece: a su matrimonio.
Hablando del siglo XXI, las contradicciones se generan al fijarnos en lo que se ha logrado hasta el día de hoy en el ámbito de hablar de la autonomía de la mujer y en la toma de sus propias decisiones, sean laborales y/o familiares; y contrastar a la mujer del mundo judío con sus estrictas normas y limitaciones debido a su religión.
El idioma que se habla en la serie es, principalmente, el idish, proveniente del alemán, además de poseer influencias del idioma hebreo como también de algunas lenguas eslavas. Corresponde a la primera adaptación de Netflix en este idioma, lo que la vuelve aún más interesante y siendo una razón más para ver a este increíble trabajo donde su trama te hará reflexionar.