Los homínidos perdemos la capacidad de razonar con eficiencia cuando los niveles de estrés son elevados, y esta característica de nuestra especie se manifiesta más visibiliblemente en tiempos de histeria colectiva. Hoy los vivimos en todo el planeta gracias a los comunicados de la OMS promocionados por el engranaje mediático.
Se promociona el pánico y la irracionalidad para rebaños de primates, en vez de procurar una información de calidad que aproveche las capacidades racionales que los seres humanos hemos adquirido a lo largo de nuestra historia evolutiva. Y el mejor ejemplo que podemos observar para futuros estudios de antropología y comportamiento social es el enfoque que se le está dando a la lucha contra una molécula que tiene la capacidad de copiarse al reaccionar con otra molécula.
En lenguaje televidente, eso que llamamos el bicho, el coronavirus, es un virus, exactamente un retrovirus (por eso de que sus cromosomas están compuestos de ARN, como el VIH), una cosa que ni come ni tiene voluntad, solo se copia al reaccionar con la transcriptasa. El hecho de que una molécula tenga la capacidad de copiarse en ciertas condiciones no le confiere la vida.
Los virus no son seres vivos. Entonces ¿a quién, en su sano juicio, se le ocurriría tratar de matarles? Esta sencilla reflexión, que hasta resulta estúpida por la obviedad que señala, no parece haber cuajado en la conciencia del populacho, que demanda medidas de desinfección de los espacios públicos para rociar con biocidas todo lo que pueda alojar un coronavirus dispuestos a extinguir al dichoso coronavirus.
Y con esta lógica, el Ayuntamiento de Zahara de los Atunes, población conocida por sus exquisitas playas de arena fina para pasar las vacaciones, ha decidido proteger su tesoro local, la playa, fumigando con lejía toda su arena "para que paseen los niños". Supongo que el lector ya estará boquiabierto, u ojiplático, o se se habrá llevado las manos a la cabeza y hasta dudará de la veracidad de estos hechos por lo inverosímil que suena algo tan absurdo. ¿Desinfectar una playa? Ni en las caricaturas más insultantes se había representado una iniciativa de tal incompetencia. Pero sí, es cierto. Ha ocurrido en España, y no me sorprendería que barbaridades como esta se sigan cometiendo por todo el planeta, en playas, valles, zonas verdes urbanas y hasta parques naturales amenazados por la estupidez homínida.
Fotos y texto: Ibán P. Sánchez
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