Al final, el inconsciente con mayor información es el urbano, debido de algún modo a que la colectividad se densifica en las poblaciones con más identidades agrupadas en una moralidad armada con intención de aparentar realidades pasajeras, no lo confundamos con valentía.
No obstante, este ideario argumenta identidades interiores y orgánicas, vividas por los individuos que, de forma particular, atormentándose en momentos complicados de gestionar, pero como todo en la vida se pueden aprender desde la experiencia y la vivencia con uno mismo, son capaces de desarrollar documentos que acreditan el trabajo de análisis realizado.
Conocí a Unamuno en una época de eclosión grupal, gracias al Mítico, y después de la disgregación del inicio de la Tabacalera de Lavapiés, allá por el año 2012.
En aquella época siempre lo ligaba al academicismo, era su última etapa de la figuración inconsciente, concepto al que me ha recordado mucho esta exhibición. Después vinieron sus rostros anónimos, que ahora y tras visualizar su bestiario, lo identifico con una necesidad de reproducirlo desde lo humano, sin conceptualización, pero de algún modo tiene el mismo enfasis que esta figuración. Sin olvidar sus cabezas cuánticas, que tienen mucho de materialización del inconsciente personal, que claro, sumado uno a uno, se convierte por arte de magia en colectivismo.
Antes de poder visualizar su creación de bestiario, como transición aparecieron las criaturas, que identificó desde lo personal, con este pensamiento colectivo reflexionado desde su mente de autor, en el que reflejaba una experiencia de situaciones y visualizaciones que otorgaba una identidad magistral a la obra, a parte de la técnica que es inmejorable.
Muy recomendable su visita, aunque se moverá por otros espacios, hasta el lunes 3 de junio en la Galeria Rincón, C/ Valverde 39 Madrid. Es decir, a fecha de esta publicación, sólo se puede visitar el jueves 30 de mayo y el lunes 3 de junio de 18 a 21h.