En los últimos días, casi todos los campos de la economía, la política y la sociedad se han puesto a reflexionar en clave de cambio climático. Blockchain también está llamado la reflexión, porque participa en proyectos directamente vinculados con la sostenbilidad del planeta.
Por ejemplo, en los destinados a conseguir la trazabilidad de la cadena alimentaria u otros productos, dando garantías de que lo que se consume ha sido producido, transportado y comercializado de manera que no conlleve en ninguna de sus partes o en algunas de las fases de su producción o distribución emisión de gases contaminantes, pudiéndose registrar las huellas de carbono acumuladas por el producto hasta que llega a la tienda. O en proyectos relacionados con la implementación de blockchain en las transacciones peer-to-peer de energía o en los relacionados con los mercados de carbono. Pero blockchain también es señalado como un enemigo del cambio climático.
La minería blockchain está bastante centralizada y, de momento, se alimenta, principalmente, de energía proveniente del carbón o el pétroleo. Por ello, las granjas de minería están trasladándose a lugares donde puedan suministrarse desde fuentes de energía renovable.